viernes, 7 de junio de 2013

The world is after me

Mejor no haberse levantado. Ésa es la conclusión a la que he llegado tras el día de hoy. Al principio comenzó bien, con un suceso hermoso que ya comentaré en otra ocasión, cuando me sienta con el espíritu que se merece.

Está claro que los palos nunca aparecen solos, por eso hoy me he llevado 3. Uno académico, otro amoroso y otro....otro terrenal.

Para qué explayarme con ellos, simplemente vaya mierda de vida, de verdad. Siento una frustración por dentro, ¿por qué todo me sucede a mí? Por favor, diosa Fortuna, deja de darme hostias. No es una buena época y no haces más que ponérmelo cada vez más y más difícil. Soy un luchador, pero hay límites, no puedo luchar contra todo y contra todos. No soy un dios, solo soy un hombre.

Es de una dificultad desmesurada a lo que me enfrentas, primero el palo académico, luego el amoroso, y volviendo a Madrid el terrenal. Supongo que debo dar las gracias encima por seguir vivo a pesar del último...pues no.

A la mierda todo, estoy cansado, estoy hasta las pelotas de toda esta basura, esta mierda. Me cago en todos los dioses que existen, desde los del panteón griego a los egipcios, los Sumerios, y toda la puta corte celestial, me cago en todos los santos y me sobra mierda para las apariciones marianas. Y me limpio el culo con la sábana santa, la torá y todos los libros sagrados de todas las putas religiones.

Coño ya, mierda de vida. De qué me sirve a mí toda esa mierda? ¿de qué me sirve saber algo, lo que he descubierto hoy, si no cambia nada?.

Iros todo el mundo a tomar por culo. Y esta entrada no es bonita, no. Es rabia, es dolor y es frustración. Es un grito que tengo en el pecho desde hace 1 mes. Es estrés por los exámenes, es una niebla roja de ira por las injusticias que siento, es un río de lágrimas que se me desborda, un trueno de lamentos que me estallan en la garganta. Es abandono, es desamor, es melancolía permanente, es nostalgia de algo que jamás será.

Tengo aquí todos los nudos, suficientes para atar a toda la puta humanidad. Tengo aquí tantas palabras salvajes que pugnan por salir que creo que podrían romper las puertas de mi alma.

Hoy me convertiría en un animal y me abandonaría a la lucha. Correría por el monte, siendo libre, para olvidar toda la mierda existencialista, todas las malditas emociones.

Sé que me repondré de esto, como lo hago de todo. Pero por un día, creo que he recibido más que suficiente. Puedo permitirme esto. Es más, creo que me lo merezco. Mierda de consuelo. Ojalá me abandonara a las emociones e hiciera y dijera todo lo que estoy pensando. Pero no, valgo más que toda esta puta basura. Se acabó todo esto. Quizá mañana piense diferente, pero hoy voy a ser así. Es más que suficiente. Suspendido, abandonado, a punto de palmarla por un subnormal. Mierda y mierda y camiones de mierda para todos. Me cago en Dios.

Soy muy fuerte pero hay un límite para lo que puede pasarme en un día. Suspensos, palos amorosos y casi me matan. Es mucho, muchísimo, incluso para mí. Tengo todas las excusas. TODAS.
Creo que sí, os lo habéis currado todos, hijos de la gran puta, para crear el peor día de mi vida. Os deseo la muerte a todos joder. Y mañana no quiero arrepentirme de esto, pero lo haré. Aquí esta mi entrada de hoy.

Joderos.

P.D(20 minutos más tarde): Pienso que los golpes forjan el metal. La katana, la mejor espada de este mundo, recibe literalmente cientos y cientos de golpes durante su creación. No quiero imaginarme en lo que puedo convertirme después de la paliza emocional de hoy. Seré algo digno de ver la verdad, aunque el proceso sea tan exagerado. Sinceramente, no me importaría ser de una calidad un poco peor, porque no sé cuántos días en que mi vida peligre, revienten mi corazón, y manden a la mierda mis aspiraciones profesionales puedo soportar. No, de verdad. Más como este no. Adiós de nuevo.

domingo, 2 de junio de 2013

Welcome to Soledad. Population 0

Aquí de nuevo. Visitando las calles de soledad. Me juré a mí mismo que no volvería a caminar por ellas y que sus caminos polvorientos jamás volverían a cansar mis pies. Pero aquí estoy de nuevo. Compruebo que nada ha cambiado.
O sí. Es curioso, pero cambian la decoración cada vez que la visitas de nuevo. Al menos lo han hecho para mí. Desde luego que han tenido tiempo, quienes quiera que sean que aquí viven. Ahora hay un rostro a la vuelta de la esquina, lo encuentro en un póster pegado en la pared .

Lo observo. Soledad es inmisericorde, dura e implacable. No te permite un descanso, y a su modo, te va matando. Es como la radiación, pero aquí te vas dando cuenta.
Qué hermosa es, qué rostro tan perfecto...aprendí a amar cada linea, cada borde, pero me dí cuenta tarde de esos sentimientos, por más que allí estuvieran. No se ama igual si se sabe... Sí Soledad, eso querías ¿no?. Apenas una semana aquí y ya sueltas todo lo que tienes. Desde luego que he aprendido la lección, cometí ese error tan humano. Darse cuenta de la valía de lo perdido cuando ya no se tiene.

 No pasa nada, respiro hondo, me tambaleo y sigo caminando. Otro póster. Su sonrisa...se clava en mi pecho, alrededor de tantas otras sonrisas que recuerdo. Un cartel en lo alto del edificio. Recuerdo ese momento. ¿Y el periódico que acabo de pisar? En la portada, con un titular que a nadie importa ya, aparece otra imagen. Otro recuerdo. Esa noche en el parque fue maravillosa...como tantas otras. Me detengo, la bruma ha echado sobre mí unas cuerdas y no puedo seguir mi camino. No me lo estás poniendo nada fácil ¿eh? Esta diabólica inteligencia es vengativa, y parece trabajar especialmente duro con los que ya la visitaron antes. Sí, ella también aprende. Realmente son recuerdos las cuerdas que me atrapan.

Sigo caminando. Al menos Soledad no es para mí algo nuevo, estoy ya preparado y esta vez...esta vez puede ser diferente. Tengo armas, la mente clara y un objetivo. Nadie sabe cómo apareces en Soledad. Simplemente un día estás aquí, tirado en medio de la calle, con esa bruma y ese silencio atronador que la recorre, rodeándote. Puede ser cualquier cosa lo que aquí te mande. En mi caso fue un error. Lamentaré siempre ese error, pero ya es algo que pertenece al pasado y por tanto no puedo cambiarlo.

Estoy cansado, me apoyo en un muro y me dejo deslizar hasta dar con el suelo. Todos los gestos en Soledad son dramáticos. Inevitablemente quieres reaccionar tranquilamente, pero esta niebla y las extrañas reglas que rigen esta dimensión perdida deforman los hechos. Pienso. No hay gran cosa que hacer en Soledad. Sufrir, recordar y pensar.

No,no puedo cambiar el error...pero puedo cambiar las circunstancias que lo produjeron. Rectificar es de sabios, ¿no?. Así es que la clave está en mantenerse fiel a un ideal, el ideal de cambio. Son varios amigos los que me lo han dicho también. "Víctor, será bueno para ti también...tú eras mejor antes".
 Sé que puedo hacerlo. El cambio no es difícil cuando la motivación es grande. Y, vaya, no se me ocurre motivación más grande que ella. Ella que ha sido fuerza e inspiración en los peores momentos. Por ella me hice mejor, quise ser más y siempre que faltaba en mi el ánimo, allí estuvo ella, para darle alas a mis aspiraciones. Ojalá yo haya significado lo mismo en su vida. Quiero pensar que sí...aprieto fuerte contra mi los recuerdos, como si los tuviera en las manos. Me abrazo tiernamente a lo que aún conservo.

Una tarjeta amarillenta choca contra mi, impulsada por uno de esos vientos fríos tan comunes en Soledad. Al cogerla una puñalada casi física me hiere hondo.Qué dramática eres, maldita. ¿Otro recuerdo? ¿Matas también con estocadas eh?.

Dímelo todo, para eso estoy aquí. Por eso estoy aquí. Estoy dispuesto a purificarme en tus polvorientas calles, dispuesto al cambio. Ahora sé muchas cosas, tú no lo sabes, pero...puedo quedarme mucho  o poco tiempo aquí, esta vez no depende solo de ti. Tengo las claves y un par de objetos que aún conservo. Sé que forman parte de un plan maestro que necesita tiempo.

Tiempo...ésa es una cuestión importante. Necesitaré paciencia, templanza. Son ahora mi mantra y desde hace unas semanas se han convertido en mi objetivo, mi meta. He de ser quien fui, retirar los lastres. Ha sido un año duro y nuestro amor lo pagó caro. Ahora veo todo más claro. Es tiempo, el tiempo puede dar una perspectiva diferente, y he de aprender a ser paciente, desarrollar mi templanza. Ser calma, no tempestad. Ser el que era. Las pasiones y la impulsividad son mi perdición.

Así están las cosas Soledad. Es curioso, pero a pesar de que sin duda eres dura con los que caemos en tus garras, cuando pensamos nos dejas a solas con nuestros demonios.
Me levanto molesto, gritó a las casas vacías.
-¡¿Y por cierto, desde cuando te has vuelto tan poderosa? No recuerdo que la vez primera me atormentaras también en sueños. ¿Es que ahora formo parte de tus calles las 24 horas?!. La respuesta es el silencio. Me siento herido profundamente, más solo que nunca y amenazado por ella todo el tiempo.
- ¡¿Va a ser así esta vez?. En la vigilia y aún peor, en el sueño. ¿Cuántas noches me has entregado ya su rostro, sus besos y su amor, para despertarme de nuevo al rayar el alba, de nuevo tirado en la arena de tus avenidas?!.- Maldita seas. Ahogo un gemido de frustración. El nudo arque típico se forma en mi garganta. Cada vez se forma más fácilmente y cada vez, cuesta más desenredarlo. Tengo las puntas de los dedos en carne viva de hacerlo con tantos otros.

Vaya, esta vez estás trabajando con todo. De veras que no recuerdo que fueras tan puta. Estoy tembloroso, siento frío. Será mejor que busque cobijo.
Entro en una de las casas. Los susurros de mis pasos resuenan por el habitáculo. Hay una mesa robusta,  una silla y una cama con un dedo de polvo en las sábanas. El resto de la habitación queda oculto por la penumbra. Estupendo, no me apetece explorar. Me dejo caer sobre la cama, levantando una nube de polvo.

Siempre he pensado que era una bendición. Toda la vida, ha estado ahí. Hablo de mi tendencia a la esperanza. Incluso cuando ya viajaba a Soledad de forma intermitente, las pasadas semanas, sin saberlo, no perdía la esperanza. Los poetas, esos farsantes, esos vendehumos, hablan de la esperanza como algo bueno.

Bueno señores, a mí me está matando. Es mi bendición-maldición, pensar que esto es solo una fase, que todo esto no ha acabado. Que demostrándole que puedo cambiar, que he cambiado, y con su regreso a España aún podemos tener una segunda época dorada. Mejor que la anterior y sin fin. Sí Soledad, sin fin.

¿Es una locura? Pienso que encontré la chica definitiva. Es la piedra filosofal, la chica entre un millón, ésa que hace que se inicien las guerras, o que se acaben. Es la aguja en el pajar, es la espada clavada en la roca, es única. Tanto más cuanto que mejoró por mí. Creció en valía, desde algo espectacular a algo que superaba todas las expectativas. Nadie tuvo nunca ese diamante, esa perfección, esa entrega, ese amor y deseo de mejorar eran solo para mí. Y por mí. Conmigo fue la mejor persona que podía ser. Es, sin lugar a dudas, alguien único.

¿Soy un loco por verlo así? Para nada. Esos pensamientos no son fruto de la pasión, es resultado de pensarlo fríamente. De observar a las personas, de estudiar a otras mujeres con la mente en calma. De inevitablemente compararlas y comprobar que, como imaginaba, todas salen perdiendo. Las comparaciones son odiosas...para el resto. Mi princesa siempre vence.

-No Soledad, te equivocas. Ella me sigue amando, por eso me atacas tan duramente. No soy el que era cuando antaño pateé tus calles. Ahora tengo esperanzas, sé que aún nada está perdido.-Mis palabras resuenan entre las paredes, el eco cuidadosamente dramático de Soledad responde.
-...perdido...perdido...
-¡No! ¡maldita seas una y cien veces!. Nada es como entonces, aquí hay amor. Esto no es un primer amor, esto no es una relación bonita.-Hablo atropelladamente, exponiendo todos esos argumentos que mi corazón dolorido, pero incluso aún ahora, esperanzado esgrime contra los fantasmas- Soledad, te hablo de años de preparación, de gustarnos y buscarnos como enfermos, pese a tener parejas, de un amor que nos estalló entre las manos cuando pudimos dárnoslo. Tú no sabes nada. Te hablo de almas gemelas, te hablo de superación, de cambios como personas por el otro, de risas, de un entendimiento y una complicidad como nunca habría soñado.-Vuelvo a temblar, ¿es el frío?, ¿es el pensar tan claramente en todo esto?, ¿es sacar a la luz, poner sobre la mesa las cartas de mi mano(el póker de esperanzas) frente a la baraja inmensa de los fantasmas?. Es seguramente, pensar que a pesar de que es solo una mano, que solo tengo esas cartas, puedo enfrentarlas a cualquier cosa que me eche el destino.

-¡¿Ves Soledad?!. Ahora tengo esperanzas. Y dos objetivos claros: cambiar y recuperar el amor de mi vida. Aquello que sucedió y aún sucede no puede, además, arrebatarme al amor de mi vida. Me cambió, hizo que todo empeorara pero ahora me he dado cuenta. No puedo quitarme por ello a la mayor fuente de fuerza que mi alma ha conocido. Eso cambiará.-Veo las cosas claras, todo en mi cerebro discurre perfectamente, como una rueda bien engrasada

-Me harás más fuerte. Me harás madurar, puedes atacarme con todo, esta vez es diferente. Ella me quiere lo sé, pero necesitamos este tiempo, los dos. Entre tanto sé que te esforzarás para hacerme todo el daño posible, pero ya ves, aquí estoy ,dispuesto a enfrentarme a ti con todas mis fuerzas.- Estoy un poco nervioso, procuro tranquilizarme. Paciencia Víctor, paciencia...estás aquí para eso, ¿no?. Me levanto y tras sacudirme el polvo del cuerpo voy a la mesa.

Apoyándome con las palmas sobre ella hago mis planes. Creo que debería empezar a explorar por aquí. Estaré mucho tiempo, lo he comprobado. Mi cuerpo y mi mente piden ese tiempo y estoy dispuesto a dárselo. Ella merece la pena el precio. Como la estancia será larga deberé acomodarme, buscar refugio. Soledad, nos espera una larga campaña.
Alzo la vista y la clavo en las calles polvorientas y solitarias que veo a través de la puerta abierta. Pienso con claridad, estoy dolorido pero sereno.
Será una larga contienda, un duelo digno del amor que quiero recuperar. Por eso ahora eres tan fuerte. Creces en poder cuanto mayor sea el amor que nos espera al otro lado, cuantas mayores sean las esperanzas en nuestro corazón. Será, sin duda una larga batalla.
- Pero venceré. Y nunca más volverás a verme. 














lunes, 21 de enero de 2013

Recuerdos de una vida


Madrid
Monasterio del Escorial.
19 de Agosto de 2010.
00:32

Me estiré, aferrado a la pizarra negra del tejado del monasterio. Llevaba más de hora  y media allí sentado, observando.
A pesar de encontrarme sumamente hambriento no quería levantarme. Por alguna extraña razón, tal vez la luz de la luna, la suave brisa nocturna o quien sabe qué me había atado, sin posibilidad de moverme.
Los recuerdos volvían a mi cabeza, recorriendo a saber de qué forma esas neuronas ahora ya muertas,
frías, sin vida. Recordé como antaño otro aire recorría mis pulmones, el calor del sol en mi piel, las sonrisas, el cansancio, los abrazos, los amigos...todo aquello que ya había acabado. Nunca más respiraría extenuado, ni tendría en mí ese sabor metálico al llevar demasiado tiempo corriendo, jamás volvería a sonreír y ni mencionemos el efecto del sol, que estaba condenado a evitar por los siglos de los siglos, amén.
Pero también, y pese a todo, sabía que si volviera a suceder todo de nuevo, elegiría igual. No me arrepentía de nada de lo que había conseguido, a pesar de su alto precio.
Fijé mis ojos en una pareja de mortales que recorrían la calle, hasta pararse en un portal solitario. El chico, atractivo, joven, atlético y la que debía ser su pareja mantenían una agradable conversación. Asuntos mortales que ni me incumbían ni importaban.
El chico besó  a la chica.Me dejé caer 12 metros hasta la calle.
La chica cerraba la puerta. Corrí, impulsándome con fuerza, devorando metros en centésimas. El chico, aún con una sonrisa, se giró. TARDE.
Bebí de él, saciándome, sintiendo cómo su vida, su sacrificio, daba fuerzas a mi alma condenada. Más de pronto, supe lo que debía hacer. Cogiéndole en brazos salté un muro, y lo apoyé en un árbol del parque solitario. Casi me encontraba excitado, nervioso, si es que pudiera sentir tales cosas.

-....qué quieres?!,Déjame por favor...-el mortal se encontraba demasiado asustado y no cesaba de lloriquear- no quiero morir, por favor...

- Cállate.Vas a escucharme.Quiero contarte mi historia. Arriesgo mucho haciendo esto, pero mi extinta alma mortal así lo exige.

-Déjame ir por favor...no diré nada a la policía..

-No hablarás más.Arrancaré tu corazón si no me escuchas.Entiendes, mortal?sólo has de estar callado y prestar atención.

-Vale, haré lo que digas, pero no me mates, por favor...-y diciendo esto, abrió mucho los ojos y quedó en silencio.
Observándole intensamente con los ojos de la Bestia, comencé a narrar.

- " Me gustaría decir que supe verla, sentir su presencia, saber que me observaba, pero mentiría.Por aquel entonces me encontraba absorto en mí mismo, demasiado preocupado. Era una noche cualquiera, una noche que no olvidaré nunca. Salía de casa de unos buenos amigos, pareja de novios. Realmente no había sido una velada agradable, pues recientemente otra gran amistad nuestra había desaparecido sin dejar rastro hacía pocos meses.
Nunca he sabido qué fue de ella, espero que esté donde esté, se encuentre bien.
Pero divago. Volvamos a esa noche. Caminaba de vuelta a casa y decidí atravesar el gran parque que había a mitad de camino, pues a esas horas intempestivas era del todo absurdo encontrarse a alguien. De pronto atisbé una sombra a mi izquierda, apenas una fracción de segundo, pero supe que era real. Con los cinco sentidos alerta proseguí mi camino."

        El mortal me observaba en silencio, atento.Se encontraba ahora más tranquilo y casi diría que interesado, ahora que no veía un peligro inminente. Me situé en cuclillas a un metro suyo y sin dejar de observarle proseguí mi narración.

-"Apoyada en un árbol, envuelta en el juego de luces y sombras nocturnas que crea la luna se encontraba una figura. Algo en ella hizo que me detuviera. Nos separaban varios metros. De pronto habló.

- Has pasado una a una mis pruebas, Víctor. - su voz era femenina pero parecía siseante, como arrastrando las palabras,y algo en su tono me helaba la sangre - te considero apto, eres fuerte, astuto, todo un superviviente.

Sentí en mi pecho una extraña opresión pero lo sorprendente y misterioso del momento me tenían clavado al suelo, observando a aquella figura. Respondí.

-Quién coño eres y qué quieres. Y aún más importante, cómo sabes mi nombre.

-Tú no me conoces pero jamás podrás olvidarme. Cuando cierras los ojos y abrazas la oscuridad ahí estoy yo. Cuando te abandonas a la rabia y la ira, soy yo quien guía y observa tus pasos. Cuando te levantas en sueños, envuelto en sudor frío, acabas de dejar mi reino. La inquietante mujer hizo una pausa en su diatriba.

-Ahora puedes volver, pero será para siempre.No hay paso atrás.

Aquél discurso me había sorprendido. De tratarse de un loco podría ser peligroso.No me quería plantear qué quería decirme y mucho menos entrar en su juego.

-Mira, no me interesa el puto discurso que me vendes. Ahora me piro y si me sigues te mato. Tú no sabes quien soy, puedo hacerte daño. Sé defenderme de sobra.

Comencé a andar alejándome de la figura, de aquella extraña mujer y sus palabras, sin dejar de observarla. Tenía algo que me ponía muy nervioso, un halo inquietante y no estaba muy seguro de si mi dominio de las  artes marciales iban a servirme de algo, pues me temblaban las manos.
Al pasar a su lado,respetando las distancias se levantó del árbol, dejando de apoyarse y caminó hacia mí, mientras decía estas palabras.

-No lo entiendes, Victor. Tú ya eres mío, existes por que yo así lo creo conveniente.Tú, entre muchos otros a quienes he observado largamente has resultado ser el mejor. La decisión está tomada. La única pregunta que has de hacerte ahora es: si mañana abandonarás esta existencia, ¿qué echarías de menos?. Seré paciente contigo y retrasaré tu nacimiento un día. Disfruta el día de mañana, despídete de tus seres queridos y entrégate a tus pasiones mortales por última vez. A medianoche reclamaré tu alma, y te unirás a las filas de los condenados."

       El joven, completamente absorto en la historia mantenía su silencio, estudiándome con su viva y aún temerosa mirada. El miedo parecía haberse estabilizado , si bien, no disminuido un ápice. Lo observé unos instantes, en silencio. Aplaudí interiormente su temple y proseguí.

"Dicho esto volvió a apoyarse en el árbol y allí se quedó sonriendo enigmáticamente. Me alejé rápidamente sin cesar de mirarla, giré la cabeza un momento para no tropezar con las raíces de los árboles y miré de nuevo atrás.
Donde antes se encontrara la figura, una extraña niebla de forma humanoide había ocupado su lugar. Con los ojos muy abiertos, fui traspasado por un aguijonazo de puro terror y sentí como un frío intenso atenazaba mi corazón, como una garra. Arranqué a correr y no me detuve hasta llegar a casa, donde no pude dormir el resto de la noche, dominado por el terror de lo que había visto.
El día transcurrió lento, no podía dejar de pensar en sus palabras, que me obsesionaban.¿Qué era lo que me había encontrado anoche?
¿Cómo podía haberse transformado en esa especie de neblina malsana?, ¿Qué iba a hacer conmigo?. Tantísimas preguntas y por respuesta el más absurdo de los discursos.
Pero seguí su consejo, preocupado por si aquella criatura volvía a por mí como dijo que haría. No quise dejar nada a medias. Hablé con mi
madre y mi queridísimo padre, sintiendo que lo hacía por última vez pero esperando que no fuera así. Llamé a amigos, hablé con ellos, haciéndoles saber a mi manera que los amaba.
Despedirme de mi novia fue lo más duro. Confieso que incluso aún hoy la sigo observando, vigilándola y velando por su seguridad. A ella no pude mentirla, con ella no pude disimular. Le conté
lo que había sucedido y el cómo me encontraba. Que seguiría amándola·y que jamás podría olvidarla. Habíamos compartido tanto..la obligué a marcharse, aunque no quería. Más no podía soportar la idea de que la sucediera algo, que aquella criatura la hiciera algún daño, así es que nos separamos con lágrimas.
La juré que lucharía, que nadie me arrebataría la vida sin luchar, que ella y todos serían mi fuerza.
Desde luego no pensaba ir a la muerte como un corderito camino al matadero, tenía muy presente que aquella criatura se cobraría muy caro lo que buscaba. Yo era un guerrero, un combatiente, nada de una víctima inocente.
Me encontraba ya en el parque, cerca del mismo árbol, minutos antes de medianoche. Había traído de casa mi cuchillo de caza, que apretaba fuertemente en mi mano izquierda. En la diestra sostenía mi ninja-to, símbolo de mi arte marcial. A mediana distancia pude verla al fin, acercándose lentamente, de forma pausada, como queriendo hacerse notar.
A la misma distancia que la noche anterior, pero cada uno en el lugar que ocupara el otro. Nos miramos. A pesar de estar preparado, una poderosa sensación de  inmensa amenaza vino a mi mente, envolviendo en su gélido abrazo mi corazón. Otra vez.

-Has venido por ti mismo, no he tenido que ir a buscarte. Me sorprende gratamente. Y veo asimismo que vienes armado, luego crees tener elección, poder luchar. Admiro esa cualidad, te será muy útil como Gangrel.

-No sé qué eres, ni si esto servirá para algo, pero ten clara una cosa: No voy a rendirme.
Se abalanzó sobre mí y en apenas un instante había salvado la distancia que nos separaba. Era aterradoramente rápida, de movimientos inhumanos.Sintiendo el pelo erizado en brazos y nuca me eché a un lado y pasó como un borrón.

-Vaya, no me esperaba tales reflejos en un mortal!crees poder repetirlo?-Su voz no sonaba a amenaza, ERA la amenaza hecha voz. Tan sólo tragué saliva y me lancé a por ella. Uno tras otro esquivaba mis golpes, las puñaladas solo mordían el vacío, la espada atravesaba el mero aire. Jugaba conmigo, cansándome.
Mas de pronto el cuchillo golpeó algo y detuvo mi brazo en su movimiento, casi dislocándome el hombro. El momento se hizo eterno. La luz de las estrellas nos iluminaba. Mi arma había penetrado hasta la empuñadura en su tórax y ninguna gota de sangre asomaba de aquella atroz herida. Ahora la tenía cerca, muy cerca. Me agarró por ambas muñecas y su frío contacto ahogó un quejido en mi. Con un brusco y celerísimo movimiento de cadera quebró el cuchillo, manteniendo toda la hoja en su cuerpo, y abriendo la boca mordió mi cuello.
Me abordaron sensaciones enfrentadas, placer y dolor. Me sabía del todo incapaz de apartarme a pesar de reconocer que me estaba robando la vida. La debilidad se apoderó de mi y me desplomé contra el duro suelo mientras mi visión se oscurecía."

       Me erguí de nuevo, ansioso de alguna extraña forma al recordar aquellos momentos.No había pensado en ello ni una sola vez desde aquella noche. Podía recordarlo de una forma tan viva... recordaba cada detalle, el olor de la tierra húmeda del parque, el tacto tranquilizador del cuchillo en mi mano, la sensación de triunfo al saber herida a la criatura. Observé al mortal. Parecía a punto de querer hablar. Así fue.

-Eres..estás muerto..eres..un vampiro.-Su tono era ambiguo, comenzando con tono de afirmación pero pareciendo más bien una pregunta.

-Conoces la respuesta, mortal. Por qué responder lo que ya sabes. Con el paso del tiempo olvidarás ciertos detalles de este encuentro, pero ahora conoces La verdad. Me es indiferente que harás con esta información, o en qué cambiará tu vida, nadie creerá lo que digas. Ahora yo me iré y tú jamás olvidarás este encuentro.
Me alejé un par de metros y de pronto me volví, el chico seguía en la misma postura.Mi alma humana había cobrado su tributo, sentí como abandonaba mi ser y al fin me encontraba en paz. Era uno, bestia al fin y al cabo, y no un alma dividida y torturada.
-Tal vez yo tampoco olvide esto, gracias por escucharme mortal.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El final de nuestras vidas

Ambos habíamos acabado por aquéllas cosas extrañas de la vida en unas calles perdidas de Madrid. Buscábamos algo, o quizá solo paseábamos. Soltándome de su suave mano, me adentré en un portal cualquiera.
Las paredes estaban amarillentas y en el deslucido papel pintado de flores, avejentado por el tiempo había pósters pegados. Los rectángulos de papel mostraban mujeres desnudas, o semidesnudas, con ese estilo añejo y ochentero de las peliculas porno antiguas. Originales nombres de originales directores, decoraban el encabezado. Sonreí levemente y se lo señalé a mi acompañante.
Decidido a seguir explorando me adentré en las tenebrosas sombras de la escalera. La única luz que ayudaba a pisar correctamente los peldaños, provenía de una cristalera de vidrios polvorientos situada encima de la puerta.
Todo en aquel edificio se traducía en una palabra: abandono. En el descansillo del primer piso, me encontré en el centro de un pasillo, que se extendía a mi izquierda y derecha. Más polvo aguardaba indolente a ser perturbado por mis inquietas botas. Observé brevemente las opciones y al final escogí el pasillo derecho.
En unos pocos pasos había llegado a su fondo. La estancia se encontraba aparentemente vacía, y me hallé feliz de tal hecho, pues las apariencias del lugar invitaban a posibles inquilinos del todo indeseables. Tres celdas frente a mí y otras tres a mi espalda. Paredes de baldosas que en su día fueron blancas, hacían reflejo de la pobre luz que la tormenta de fuera conseguía deslizar a través de unos ventanucos miserables, cercanos al techo. En cada celda y tras unos barrotes oxidados, una cama, a veces una litera. Podredumbre y un intenso olor a moho inundaba mis fosas nasales. Al final del pasillo, un escritorio de madera barata y una silla vieja de oficina.
Me giré hacia mi compañera y la pregunté qué le parecía aquel lugar.
- Un antro. Un asqueroso local para grabar porno cutre y barato. -Y debió de dar por zanjada la cuestión de si seguir o no explorando el lugar, al parecerla a ella que aquel tugurio poco podía ofrecernos en materia de aventuras.
No podía dejar de darle la razón: los pósters en la entrada, las camas en cada estancia... pero ofrecía un algo inquietante, un je ne se quoi perturbador que me mantenía intranquilo. ¿Celdas con barrotes?, ¿Qué se grababa aquí?.
Dejé volar mi imaginación unos instantes, imaginando posibilidades: no solo se grababa porno consentido, también traían aquí a chicas forzadas, secuestradas, para hacer otro tipo de películas...el público exigía más a los maestros de ceremonia, más sangre, más emociones políticamente incorrectas, más morbo delirante, deformidades grotescas del alma y era su obligación dárselo. A cualquier precio.
Aparté esos pensamientos perturbadores y desagradables y tras observar el hermoso rostro de mi compañera, me encaminé a la salida.
Afuera, en la calle, la tormenta seguía castigando Madrid, intentando purificar la inmundicia física y moral que la cubría. Apartándonos de aquel desagradable portal, nos refugiamos en un soportal de amplio techo, y observamos, callados la lluvia.
Quise acercarme más a ella, tenía un terrible presentimiento de pronto. Como cuando en la vigilia crees precipitarte hacia el vacío,y despiertas tembloroso completamente a salvo en tu cama.
-Es solo un sueño- Murmuras, y vuelves a dormirte. Pero aquella sensación no acababa, no podía volver a dormirme. Algo horrible, de proporciones aberrantes iba a trastocarlo todo. Mi ritmo respiratorio decreció visiblemente, ¿qué me estaba sucediendo?. Alcé la vista y vi los ladrillos grisáceos, empapados de los edificios cercanos. La alcé más y distinguí el cielo nublado, las farolas esparciendo su luz amarillenta, y a través de su luz amarillenta, finas y alargadas gotas de lluvia, en constante caída.
La alcé aún más y tan solo quedó el firmamento. Fue entonces cuando dejé de pensar. Un punto luminoso caía desde lo alto hacia la ciudad, allá a lo lejos. Tras su caída una estela de humo formaba una ondulada y bulbosa estela. Se me heló el corazón y una garra inhumana del terror más absoluto apresó mis entrañas. Comprendí entonces que aquello era un heraldo, un mensajero del apocalipsis tecnológico. Cuando aquel punto luminoso tocara tierra millones de vidas se extinguirían en un instante. Las que sobrevivieran comprenderían que ya nunca nada sería como hasta entonces.
Tan rápido... el punto desapareció de mi vista demasiado rápido, apenas había tenido tiempo de pensar nada, de hacer nada.
Aún permanecía la estela en la lluvia, cuando un estallido de luz prístina, blanquísima, vino hacia nosotros, engulliéndonos y pasando a través nuestra. Creció un bulbo, después el bulbo se transformó en una seta, y en apenas unos segundos apareció la forma de un árbol de copa redonda, con humo y llamas en sus ramas.
No soporté más aquella visión y aparté la mirada. Por algún milagro biológico me encontré de pronto en calma. Miré a mi compañera. En sus pupilas increíblemente grandes aún podía distinguir el árbol de la destrucción.
- No sigas mirando. Solo somos tú y yo ahora. Quiero que seas lo último que mi cuerpo sienta cuando llegue el final.- Paré y la agarré de la cintura, fuertemente. Su presencia era tan real y su belleza tan radiante, ahora efímera...
- Bésame.- Y aferrándome con pasión a su cuerpo estrechamos nuestros labios. El estruendo llegó y pasó, una ola de calor inmenso abrasó nuestros cuerpos y ya nada pudo inquietarnos. Había llegado el final de nuestras vidas.

martes, 10 de enero de 2012

Poesía árabe ( Nizar Qabbani)

Lo que en tu amor más me atormenta …
es que no pueda quererte más…
Y lo que a mis cinco sentidos más angustia
es que solo sean… cinco…
Una mujer extraordinaria como tú
necesita extraordinarios sentimientos
pasiones extraordinarias
extraordinarias lágrimas
y una cuarta religión
que tiene sus normas y sus ritos, su paraíso y su infierno.
Una mujer como tú
necesita libros que para ella sola sean escritos…
y una especial tristeza para ella sola
y una muerte especial para ella sola
y un tiempo con millones de cuartos
que sólo ella habite…
Pero yo, pobre de mí,
no puedo moldear los segundos
en forma de anillos y ponerlos en tus dedos
porque el año se ordena por meses
los meses por semanas
las semanas por días
y mis días están dictados por el paso de la noche y la mañana
en el violeta de tus ojos.



Lo que más me atormenta del lenguaje… Es que no sea suficiente…
Y lo que más me angustia de la escritura es que no te describa.
Eres una mujer difícil…
una mujer que no ha sido escrita…
Mis palabras jadean como caballos en tus colinas…
y no son suficientes para cruzar tus iluminadas distancias…
No hay dificultad contigo…
mi dificultad es tu alfabeto…
que con veintiocho letras, no me basta para cubrir
un centímetro de tu cuerpo…
ni para elevar una plegaria de agradecimiento
a tu bello rostro…
Lo que en tí me entristece
es que seas muchas mujeres
y el lenguaje uno…
¿Qué propones que haga
para corregir mi lenguaje
y apartar esta lejanía
entre el barro y los dedos,
entre tu lisa extensión
y mis enterrados ríos en el hielo,
entre el océano de tu cintura
y la avidez de mis naves
en descubrir la redondez de la tierra?



Me apropio de las bellas palabras, de su sabio uso, del maestro Nizar. ÉL supo expresar sentimientos, pensamientos y emociones del modo más bello. No estoy a su altura, y en su honor y teniéndote siempre presente a ti en mi pecho, esta poesía te la dedico. 

jueves, 1 de septiembre de 2011

Pesadilla

La sala tenía un tamaño considerable. Una luz rojiza, cálida, la iluminaba. En un principio no supe exactamente de dónde venía, pero pronto localicé su orígen. Un hueco de chimenea con un acogedor fuego ardía plácidamente, llenando de imágenes fluctuantes y sombras fantasmagóricas la estancia, como solo la propia llama puede conseguir.
Miré a mi izquierda, y junto a mí, vestido extrañamente, se encontraba Javier,  mi buen amigo.  Su atuendo era del todo llamativo, no tanto por su elección, sino por lo fuera de lugar. Una especie de túnica blancuzca, amarilleada por el uso tapaba sus formas. A la cintura un fajín de color pardo y de él colgados diferentes objetos, entre los que pude distinguir una especie de daga curva y diferentes saquillos.
Inevitablemente mi vista se perdió en mi propio cuerpo y la sorpresa fue notable. Mis ropas eran también extravagantes, no menos que las de mi amigo. Una camisa de lino pardo oscura, vendas de un blanco hueso tapando mis antebrazos y manos, dejando mis dedos libres, pantalones marrones y unas botas de cuero desgastadas. Una especie de foulard, o palestina negra completaba el disfraz, anudada alrededor de mi cuello y cubriendo buena parte de mis facciones.
No podía recordar qué nos había llevado a aquél lugar, ni el motivo de permanecer en él, pero lo cierto era que, en cualquier caso, poco podíamos hacer al respecto: aquella habitación no tenía salida aparente.
De pronto Javier comentó:
-Ahí están. Creo que esto va a empezar.
A mi derecha, habían aparecido dos mujeres, surgidas de modo súbito y totalmente inexplicable. Aquello me intranquilizó, pero Javier parecía relajado, asique hice acopio de fortaleza y escuché la conversación que se había entablado entre una de las mujeres y mi compañero.
-Ha llegado la hora. Una vez la ceremonia comience mi palabra será sagrada. Obedeceréis todas mis órdenes, por incomprensibles que os parezcan. Quiero que esto quede claro.- la mujer, de forma seca y cortante  exponía su discurso. Se expresaba con frases breves, y su tono, estridente y agudo, poseía un matiz que se me antojaba siniestro.- cuando SU nombre sea pronunciado ya no se detendrá. El ritual seguirá in crescendo y escapará a mi control. Acabará cuando ÉL quiera que acabe.
La mujer terminó su alegato y no esperó. Se encaminó directa a la chimenea y se situó frente a la misma, con las piernas abiertas, bien aposentadas en el duro pavimento de obsidiana que formaba nuestro suelo. Si nuestros ropajes habían llamado mi atención, los de ella( y su acompañante, pues coincidían en todo, difiriendo en detalles básicos y colores) la atrajeron como imanes. Su pelo azabache, increíblemente tupido y largo, culminaba en un moño, en el cual se habían enclavado plumas de diversos tamaños y tonalidades. Multitud de gargantillas y brazaletes adornaban su cuello y muñecas,  con objetos engarzados en ellos: cuentas de colores, diminutos huesecillos y calaveras, insectos disecados..
Completaba su aspecto místico con una túnica morada, que dibujaba unas formas muy  femeninas, aunque apenas podían distinguirse las mismas, entre tanto abalorio y utensilio. Como Javier, su cintura encontrábase sujeta por otro fajín negro, y al igual que este, del mismo colgaban decenas de saquillos, cajitas y cachivaches de toda forma.


Su compañera, mujer de pelo rubio, escondía su rostro bajo una capucha amplia. Colocándose a la diestra de la primera mujer, esperó. Javier se adelantó y se situó también a la derecha, junto a la acompañante.
No sabía muy bien si debía acercarme, pero tras unos instantes de duda mis piernas obedecieron. Ocupé mi espacio frente a la chimenea, a la izquierda de la mujer líder.


Un silencio profundo invadió la sala. Era de aquellos silencios que precisamente por su intensidad, resuenan. Nada se oía de pronto, ni el chasquido de la leña, ni el crepitar de los tizones. Y la aplastante ausencia de sonido proseguía. 
Poco a poco, las sombras de la habitación parecían extenderse…o la luz menguaba. Los segundos se alargaban llegando a su madurez como  minutos, siempre de la mano del vacío que resonaba en la habitación.


Entre tanto observaba las llamas del hueco. Ardían pausadamente, con balanceos hipnóticos. Comencé a sudar. La tensión del momento, aquel silencio opresivo, iba haciendo mella en mí y podía sentir como mi corazón martilleaba contra el pecho, a la manera de un demente encerrado, que con sus puños golpea desesperado la pared. En aquel momento un movimiento repentino en las llamas me alarmó. Algo diferente, un balanceo brusco, algo que no encajaba . Más que visto y apenas distinguido, no más de un instante, pero algo antinatural, algo insano había movido el penacho de una llama. Un escalofrío recorrió mi columna. Quise dirigir mi mirada fuera de aquella visión inquietante, observar a Javier, o a una de las mujeres.


Aterrado, pude constatar que ni un solo centimentro de cuerpo respondía. Me descubrí encarcelado en mi propia piel. Una auténtica  prisión de carne y hueso, que no cedía un milímetro a mis deseos.  Y las llamas se alzaron.


Mis latidos retumbaban por toda la estancia. Mi visión comenzaba a tornarse rojiza, como empapada en sangre. Cada vez que una de mis pulsaciones golpeaba las paredes de mi cárcel viva, el fuego respondía curvándose, como una oruga monstruosa que trepara un árbol. Y a cada movimiento inhumano, impío, atroz de aquella masa de fuego, un sonido agudísimo se concretaba. 
Lenta e inexorablemente, latido, movimiento, agudo.  Aquel tempo calaba en mi alma, que además de atrapada, notaba encadenándose. A pesar de estar empapado en sudor, del calor asfixiante, infernal de aquella hoguera, me helaba por dentro.  Un nuevo latido y el frío se extendió por mis costillas, apresándolas.  Movimiento, y la gelidez de una mandíbula mordió dentro de mí, lo que aún permanecía libre. El precio en dolor fue vastísimo. Podía sentir cada filamento, cada pelo que formaba aquella mandibula insectoide.  Agudo, y unos gritos de mujer estallaron en mis oídos. Era aquello el sonido que desde un principio había seguido al movimiento, al fin comprendía.
Atenazado por dolores que se extendían en venenosas oleadas, desde mi corazón apresado por la mandíbula, el cuerpo congelado, aterido y los tímpanos doloridos por la intensidad de los alaridos,; tan solo quería escapar, poner fin a aquello.


La mujer morena, que siempre había estado a mi lado, sin yo poder verla, vino hacia mí desde aquel infierno. En sus manos llevaba una copa tallada en hueso, unas garras que sostenían un cráneo enano, abierto por su mitad superior y lleno de un líquido rojo oscuro.
Bebe!, ¡Bebe!  El precio ya lo has pagado, ÉL exige este sacrificio.- y ofreció la copa. Su mirada transmitía la más profunda locura. Vidriosos, muy abiertos, llorosos y cruzados de venas rojas, sus ojos daban pavor. Obedeciendo cogí la copa.
Mientras todo a mi alrededor se cubría de llamas, y nuestro mundo conocido era pasto de los infiernos, una idea vino a posarse en mi mente dolorida, al borde del frenesí.
Volqué la copa sobre mis labios en sucesivos tragos hasta vaciarla, mientras la dejaba caer de mi boca entreabierta sobre la palestina. La misma prenda ocultó el hecho a la invocadora. Dándose por satisfecha, me arrebató con brusquedad la copa de la mano temblorosa,  y girándose de nuevo, comenzó a gritar. Sus palabras se perdían en el maremágnum de alaridos y gritos agonizantes que recorrían el lugar.
Intenté cerrar los ojos, creía no poder soportar SU visión. Hay cosas que por su horror sabía podrían destruir mi cordura, desterrar mi ser a los espacios entre dimensiones. No quería una muerte en vida, una visita a los abismos sin retorno de demencia.  En un titánico esfuerzo, mis párpados cayeron, como el movimiento de una placa tectónica, como el derrumbamiento de una montaña, y supe que no podría abrirlos ya aunque quisiera. Casi mejor. El tártaro había dominado todo, y sus secas arenas abrasaban nuestros pies.Podía sentirlo.
Y comenzó. Ahora ÉL sí se hallaba entre nosotros. La sola idea puso de rodillas mi ser, y me sentí terriblemente insignificante. 
¡¿Cómo había pensado en  asistir a algo así y  sobrevivir?!  Ahora sabía las fuerzas ignotas, primigenias a las que me enfrentaba, lo que habíamos desencadenado en nuestra búsqueda. Podía sentir como la creación acusaba el castigo, como los mismos cimientos de la realidad lloraban aterrorizados. Nada tenía sentido, ni forma.  Sentía presión en mi cuerpo físico, como en las más hondas  profundidades abisales. Palpitaba cada célula, mientras se consumía por un calor interior. El tiempo se apartó de nosotros definitivamente,  vencido del todo, derrotado por fuerzas incomprensibles.
Todo era un paroxismo de terror, la muerte no significaba nada, aquel miedo estaba fuera de toda regla, idea o ley divina.


ÉL decía cosas. Formaba mensajes de contenido concreto, huracanes que nos golpeaban. Billones de almas gimiendo formaban cada sílaba, oleajes histriónicos de criaturas torturadas, dominadas en su cresta por un tono profundo. La voz del Dios infernal, subyugándolas a todas. Todas aquellas vidas, arrebatadas, acompañando aquellas  palabras. No pude si quiera pensar en entenderlas.
Nunca podría recuperarme de aquello, cada centésima de segundo que oía resquebrajaba mi esencia. Y el mensaje se prolongaba. Lo sabía. Peor destino que la propia muerte, que ahora se me antojaba tan lejana..habíamos pasado sus terrenos hacía ya largo rato, visitando la oscuridad primera, el caos estelar de tiempos sin tiempo.En apenas medio segundo destrozó todo lo que yo fui, era y hubiera podido llegar a ser. Reducido a la nada.

…….


Sudor. Calor. Corazón palpitante. Silencio. Abrí los ojos. Estábamos como al principio, pero ahora de espaldas a la chimenea, que ardía plácidamente de nuevo. Con la boca seca y entreabierta miré a Javier, a la mujer morena y su acompañante.
En un lateral había aparecido ( o siempre estuvo ahí?) una habitación pequeña, con dos círculos paralelos inscritos en el suelo. La mujer morena se dirigió hacia ellos y nos hizo entrar. Primero desapareció la acompañante, luego Javier. Tuve un miedo atroz súbito de quedarme allí solo, donde habían sucedido aquellas cosas terribles. No quería ser el último en irme de allí, asique me adelanté a la invocadora. Un círculo de luz prístina nos cegó y


desperté.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Aventuras con sabor a barrio

"La mañana había ido despertándome, pero entre los dolores del cuerpo y el cansancio acumulado remoloneé durante más de una hora en la cama. Finalmente a eso de las 12 decidí levantarme. Miré fuera. El día era típico de Marzo, gris, lluvioso y frío.
"Perfecto, después de desayunar pintaré mi casco de la moto de negro" reflexionaba mientras sostenía en la derecha mi zumo de naranja exprimida y en la izquierda mis galletas de fibra. Todo muy de deportista, el nuevo chico sano en que me había convertido.
Ya en la calle y tras pintar todo el casco mis ojos se dirigieron a la pared grafiteada de los soportales de mi piso.
"Podría pintar algo" pensé. Nunca antes había tenido un spray en la mano y rebusqué en mi mente la frase perfecta, la imagen que, gracias a mi pericia quedaría grabada para "siempre" en mi soportal.
Me puse a ello, deleitándome con el sonido del spray a presión, perfilando las letras cuidadosamente.
"EH, QUÉ HACES!" . Horror!, un vecino de mi portal me observaba fijamente, con una mezcla de sorpresa, indignación y miedo. Seguro que por su cerebro pasaba la idea de "uf, a lo mejor lleva navaja, no sé si acercarme más".
Pero ya es tarde, la frase ha de acabarse, y con un encogimiento de hombros la termino. Entre los gritos cada vez más histéricos e impacientes del vecino. Finalmente el deber cívico venció al miedo a la figura negra, de gorro y guantes cortados, que mancha su soportal.
Se me acerca, rojo cual culo de babuino, vociferando los grandes clásicos del vociferador de barrio: "Esto es una verguenza!, a que no pintarías en tu casa? VOY A LLAMAR A LA POLICIA!....etcétera, creo que todos podréis imaginar algunas más.
La cosa se calienta, observo que se acercan demasiado, él y su dedo acusador, firme y duro , como pene de recién casado.
Finalmente y tras momentos absurdos, como adjudicarme todos los graffitis del barrio decide que hace un frío excesivo en la calle. O tal vez la adrenalina se le haya ido disolviendo y ha llegado a la conclusión de que podría sacar esa inexistente navaja. Se marcha con gran ruido de zapatos y bolsa de la compra, todo muy teatrero.
Ya en casa pienso en ello. Es increíble como la vida puede seguir sorprendiéndote día a día con nuevas gilipolleces y aventuras absurdas.
Pero..me he vuelto un fuera de la ley, un outsider, un rebelde!. Seré comidilla de vecinas y viejas grullas del portal durante semanas, ¡bien por ellas!.
Soy aquel que tu mamá te señalaba cuando medías 4 palmos, y entre susurros te decía:"Mira a ése pieza, nunca seas como él, es el kinki del barrio".
Así que ya veis gente, soy demasiado guay para vosotros. Un abrazo desde la (demolida)cárcel de Carabanchel."
Dios, qué divertido ha sido todo XD