lunes, 21 de enero de 2013

Recuerdos de una vida


Madrid
Monasterio del Escorial.
19 de Agosto de 2010.
00:32

Me estiré, aferrado a la pizarra negra del tejado del monasterio. Llevaba más de hora  y media allí sentado, observando.
A pesar de encontrarme sumamente hambriento no quería levantarme. Por alguna extraña razón, tal vez la luz de la luna, la suave brisa nocturna o quien sabe qué me había atado, sin posibilidad de moverme.
Los recuerdos volvían a mi cabeza, recorriendo a saber de qué forma esas neuronas ahora ya muertas,
frías, sin vida. Recordé como antaño otro aire recorría mis pulmones, el calor del sol en mi piel, las sonrisas, el cansancio, los abrazos, los amigos...todo aquello que ya había acabado. Nunca más respiraría extenuado, ni tendría en mí ese sabor metálico al llevar demasiado tiempo corriendo, jamás volvería a sonreír y ni mencionemos el efecto del sol, que estaba condenado a evitar por los siglos de los siglos, amén.
Pero también, y pese a todo, sabía que si volviera a suceder todo de nuevo, elegiría igual. No me arrepentía de nada de lo que había conseguido, a pesar de su alto precio.
Fijé mis ojos en una pareja de mortales que recorrían la calle, hasta pararse en un portal solitario. El chico, atractivo, joven, atlético y la que debía ser su pareja mantenían una agradable conversación. Asuntos mortales que ni me incumbían ni importaban.
El chico besó  a la chica.Me dejé caer 12 metros hasta la calle.
La chica cerraba la puerta. Corrí, impulsándome con fuerza, devorando metros en centésimas. El chico, aún con una sonrisa, se giró. TARDE.
Bebí de él, saciándome, sintiendo cómo su vida, su sacrificio, daba fuerzas a mi alma condenada. Más de pronto, supe lo que debía hacer. Cogiéndole en brazos salté un muro, y lo apoyé en un árbol del parque solitario. Casi me encontraba excitado, nervioso, si es que pudiera sentir tales cosas.

-....qué quieres?!,Déjame por favor...-el mortal se encontraba demasiado asustado y no cesaba de lloriquear- no quiero morir, por favor...

- Cállate.Vas a escucharme.Quiero contarte mi historia. Arriesgo mucho haciendo esto, pero mi extinta alma mortal así lo exige.

-Déjame ir por favor...no diré nada a la policía..

-No hablarás más.Arrancaré tu corazón si no me escuchas.Entiendes, mortal?sólo has de estar callado y prestar atención.

-Vale, haré lo que digas, pero no me mates, por favor...-y diciendo esto, abrió mucho los ojos y quedó en silencio.
Observándole intensamente con los ojos de la Bestia, comencé a narrar.

- " Me gustaría decir que supe verla, sentir su presencia, saber que me observaba, pero mentiría.Por aquel entonces me encontraba absorto en mí mismo, demasiado preocupado. Era una noche cualquiera, una noche que no olvidaré nunca. Salía de casa de unos buenos amigos, pareja de novios. Realmente no había sido una velada agradable, pues recientemente otra gran amistad nuestra había desaparecido sin dejar rastro hacía pocos meses.
Nunca he sabido qué fue de ella, espero que esté donde esté, se encuentre bien.
Pero divago. Volvamos a esa noche. Caminaba de vuelta a casa y decidí atravesar el gran parque que había a mitad de camino, pues a esas horas intempestivas era del todo absurdo encontrarse a alguien. De pronto atisbé una sombra a mi izquierda, apenas una fracción de segundo, pero supe que era real. Con los cinco sentidos alerta proseguí mi camino."

        El mortal me observaba en silencio, atento.Se encontraba ahora más tranquilo y casi diría que interesado, ahora que no veía un peligro inminente. Me situé en cuclillas a un metro suyo y sin dejar de observarle proseguí mi narración.

-"Apoyada en un árbol, envuelta en el juego de luces y sombras nocturnas que crea la luna se encontraba una figura. Algo en ella hizo que me detuviera. Nos separaban varios metros. De pronto habló.

- Has pasado una a una mis pruebas, Víctor. - su voz era femenina pero parecía siseante, como arrastrando las palabras,y algo en su tono me helaba la sangre - te considero apto, eres fuerte, astuto, todo un superviviente.

Sentí en mi pecho una extraña opresión pero lo sorprendente y misterioso del momento me tenían clavado al suelo, observando a aquella figura. Respondí.

-Quién coño eres y qué quieres. Y aún más importante, cómo sabes mi nombre.

-Tú no me conoces pero jamás podrás olvidarme. Cuando cierras los ojos y abrazas la oscuridad ahí estoy yo. Cuando te abandonas a la rabia y la ira, soy yo quien guía y observa tus pasos. Cuando te levantas en sueños, envuelto en sudor frío, acabas de dejar mi reino. La inquietante mujer hizo una pausa en su diatriba.

-Ahora puedes volver, pero será para siempre.No hay paso atrás.

Aquél discurso me había sorprendido. De tratarse de un loco podría ser peligroso.No me quería plantear qué quería decirme y mucho menos entrar en su juego.

-Mira, no me interesa el puto discurso que me vendes. Ahora me piro y si me sigues te mato. Tú no sabes quien soy, puedo hacerte daño. Sé defenderme de sobra.

Comencé a andar alejándome de la figura, de aquella extraña mujer y sus palabras, sin dejar de observarla. Tenía algo que me ponía muy nervioso, un halo inquietante y no estaba muy seguro de si mi dominio de las  artes marciales iban a servirme de algo, pues me temblaban las manos.
Al pasar a su lado,respetando las distancias se levantó del árbol, dejando de apoyarse y caminó hacia mí, mientras decía estas palabras.

-No lo entiendes, Victor. Tú ya eres mío, existes por que yo así lo creo conveniente.Tú, entre muchos otros a quienes he observado largamente has resultado ser el mejor. La decisión está tomada. La única pregunta que has de hacerte ahora es: si mañana abandonarás esta existencia, ¿qué echarías de menos?. Seré paciente contigo y retrasaré tu nacimiento un día. Disfruta el día de mañana, despídete de tus seres queridos y entrégate a tus pasiones mortales por última vez. A medianoche reclamaré tu alma, y te unirás a las filas de los condenados."

       El joven, completamente absorto en la historia mantenía su silencio, estudiándome con su viva y aún temerosa mirada. El miedo parecía haberse estabilizado , si bien, no disminuido un ápice. Lo observé unos instantes, en silencio. Aplaudí interiormente su temple y proseguí.

"Dicho esto volvió a apoyarse en el árbol y allí se quedó sonriendo enigmáticamente. Me alejé rápidamente sin cesar de mirarla, giré la cabeza un momento para no tropezar con las raíces de los árboles y miré de nuevo atrás.
Donde antes se encontrara la figura, una extraña niebla de forma humanoide había ocupado su lugar. Con los ojos muy abiertos, fui traspasado por un aguijonazo de puro terror y sentí como un frío intenso atenazaba mi corazón, como una garra. Arranqué a correr y no me detuve hasta llegar a casa, donde no pude dormir el resto de la noche, dominado por el terror de lo que había visto.
El día transcurrió lento, no podía dejar de pensar en sus palabras, que me obsesionaban.¿Qué era lo que me había encontrado anoche?
¿Cómo podía haberse transformado en esa especie de neblina malsana?, ¿Qué iba a hacer conmigo?. Tantísimas preguntas y por respuesta el más absurdo de los discursos.
Pero seguí su consejo, preocupado por si aquella criatura volvía a por mí como dijo que haría. No quise dejar nada a medias. Hablé con mi
madre y mi queridísimo padre, sintiendo que lo hacía por última vez pero esperando que no fuera así. Llamé a amigos, hablé con ellos, haciéndoles saber a mi manera que los amaba.
Despedirme de mi novia fue lo más duro. Confieso que incluso aún hoy la sigo observando, vigilándola y velando por su seguridad. A ella no pude mentirla, con ella no pude disimular. Le conté
lo que había sucedido y el cómo me encontraba. Que seguiría amándola·y que jamás podría olvidarla. Habíamos compartido tanto..la obligué a marcharse, aunque no quería. Más no podía soportar la idea de que la sucediera algo, que aquella criatura la hiciera algún daño, así es que nos separamos con lágrimas.
La juré que lucharía, que nadie me arrebataría la vida sin luchar, que ella y todos serían mi fuerza.
Desde luego no pensaba ir a la muerte como un corderito camino al matadero, tenía muy presente que aquella criatura se cobraría muy caro lo que buscaba. Yo era un guerrero, un combatiente, nada de una víctima inocente.
Me encontraba ya en el parque, cerca del mismo árbol, minutos antes de medianoche. Había traído de casa mi cuchillo de caza, que apretaba fuertemente en mi mano izquierda. En la diestra sostenía mi ninja-to, símbolo de mi arte marcial. A mediana distancia pude verla al fin, acercándose lentamente, de forma pausada, como queriendo hacerse notar.
A la misma distancia que la noche anterior, pero cada uno en el lugar que ocupara el otro. Nos miramos. A pesar de estar preparado, una poderosa sensación de  inmensa amenaza vino a mi mente, envolviendo en su gélido abrazo mi corazón. Otra vez.

-Has venido por ti mismo, no he tenido que ir a buscarte. Me sorprende gratamente. Y veo asimismo que vienes armado, luego crees tener elección, poder luchar. Admiro esa cualidad, te será muy útil como Gangrel.

-No sé qué eres, ni si esto servirá para algo, pero ten clara una cosa: No voy a rendirme.
Se abalanzó sobre mí y en apenas un instante había salvado la distancia que nos separaba. Era aterradoramente rápida, de movimientos inhumanos.Sintiendo el pelo erizado en brazos y nuca me eché a un lado y pasó como un borrón.

-Vaya, no me esperaba tales reflejos en un mortal!crees poder repetirlo?-Su voz no sonaba a amenaza, ERA la amenaza hecha voz. Tan sólo tragué saliva y me lancé a por ella. Uno tras otro esquivaba mis golpes, las puñaladas solo mordían el vacío, la espada atravesaba el mero aire. Jugaba conmigo, cansándome.
Mas de pronto el cuchillo golpeó algo y detuvo mi brazo en su movimiento, casi dislocándome el hombro. El momento se hizo eterno. La luz de las estrellas nos iluminaba. Mi arma había penetrado hasta la empuñadura en su tórax y ninguna gota de sangre asomaba de aquella atroz herida. Ahora la tenía cerca, muy cerca. Me agarró por ambas muñecas y su frío contacto ahogó un quejido en mi. Con un brusco y celerísimo movimiento de cadera quebró el cuchillo, manteniendo toda la hoja en su cuerpo, y abriendo la boca mordió mi cuello.
Me abordaron sensaciones enfrentadas, placer y dolor. Me sabía del todo incapaz de apartarme a pesar de reconocer que me estaba robando la vida. La debilidad se apoderó de mi y me desplomé contra el duro suelo mientras mi visión se oscurecía."

       Me erguí de nuevo, ansioso de alguna extraña forma al recordar aquellos momentos.No había pensado en ello ni una sola vez desde aquella noche. Podía recordarlo de una forma tan viva... recordaba cada detalle, el olor de la tierra húmeda del parque, el tacto tranquilizador del cuchillo en mi mano, la sensación de triunfo al saber herida a la criatura. Observé al mortal. Parecía a punto de querer hablar. Así fue.

-Eres..estás muerto..eres..un vampiro.-Su tono era ambiguo, comenzando con tono de afirmación pero pareciendo más bien una pregunta.

-Conoces la respuesta, mortal. Por qué responder lo que ya sabes. Con el paso del tiempo olvidarás ciertos detalles de este encuentro, pero ahora conoces La verdad. Me es indiferente que harás con esta información, o en qué cambiará tu vida, nadie creerá lo que digas. Ahora yo me iré y tú jamás olvidarás este encuentro.
Me alejé un par de metros y de pronto me volví, el chico seguía en la misma postura.Mi alma humana había cobrado su tributo, sentí como abandonaba mi ser y al fin me encontraba en paz. Era uno, bestia al fin y al cabo, y no un alma dividida y torturada.
-Tal vez yo tampoco olvide esto, gracias por escucharme mortal.